Músico, director, bandoneonista, arreglador y compositor. |
El más trascendente de los arregladores surgidos y consolidados en los años recientes, en una orientación abierta fuera de la absorbente inventiva de Astor Piazzolla. Artista de formación musical escolástica y de pausada y firme evolución personal. Tanguísticamente educado junto a Aníbal Troilo —como orquestador, bandoneón y admirador de éste— reanuda en su estilo de escritura —y también de dirección— raíces que se nutren en toda la hondura y la belleza creadas por Argentino Galván y por Alfredo Gobbi, hasta decantarlas en una "manera" propia, de proyecciones todavía insospechadas. En su sensibilidad se amalgaman, sin sometimiento ni al pasado ni a los grandes modelos de la música contemporánea, giros rítmicos, melódicos y armónicos del universo pampeano, con otros en los que se advierte su insobornable ubicación de creador de nuestro tiempo. Ha logrado, además, hacer prevalecer sus convicciones y su música por igual, y con ejemplar modestia, en sus trabajos de acompañamiento de cantables, como en los de carácter absolutamente instrumental, afirmándose, a la par, y gradualmente, como bandoneón solista fino, decidor y temperamental, y como compositor de temas hermosos.
Nació en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, el 3 de enero de 1936. "En una carpintería de mi pago —recuerda—escuché a un chico tocar el bandoneón y quedé como hechizado". Así, desde 1947, estudió su instrumento con Salvador Criscuolo, con el cual aprendió también teoría, solfeo y tonalidades. Con el quinteto de su maestro (violín, guitarra, flauta, acordeón y bandoneón), hizo su debut en público, tocando en bailes de campo. Desde 1949 hasta 1953, integró —ya en locales céntricos de su ciudad natal— la orquesta de Héctor Marsiletti. En ésta llegó a primer bandoneón, y estrenó su primer tango —Pa que vayan sabiendo— un instrumental que aportó, también, su primer arreglo. Estimulado por su hermano Rubén, se vino a Buenos Aires, con el fin de continuar sus estudios de abogacía. El violinista Nerón Bacario lo vinculó entonces a la orquesta estable de Radio Belgrano, en la que él tocaba, donde conoció a Leopoldo Federico y tomó el lugar de éste en el cuarteto de Roberto Firpo (h) —luego de la aprobación de Firpo padre—, debutando con el primero en la ciudad de Paysandú (R. O. del Uruguay). Actuó con dicho cuarteto durante un año, realizando, luego, trabajos diversos, incluida una gira por Brasil, para cumplir luego su conscripción. Desde 1953 hasta 1957 estudió armonía con Pedro Rubione, y en mayo de 1958 se incorporó al sexteto de Mario Brugni para acompañar al cantor solista Horacio Quintana en la Richmond de Esmeralda. En 1960 volvió a tocar en Brasil, con Jorge Alonso esta vez, y tras de secundar a Carlos Dante, comenzó —en 1962— a grabar con Roberto Pansera, uniendo asimismo su bandoneón a los de Alfredo de Franco y Osvaldo Piro para acompañar a Alberto Morán, junto al cual, al siguiente año, se desempeñó, por primera vez, como director. Poco después —ocupando el lugar de Alberto R. García, "Pajarito"— ingresó a la agrupación de Aníbal Troilo, con Rufino y Goyeneche como voces, participando de la grabación del primer larga duración "For Export" de Pichuco para RCA Víctor, y en el espectáculo Tango en el Odeón. Simultáneamente, colaboró con Horacio Salgán, en televisión y discos, sin dejar su plaza de ejecutante —junto a Matío, Marino y Baffa— en las filas de Aníbal Troilo, a quien secundó hasta el final. Paralelamente a su carrera de ejecutante, perfeccionó sus conocimientos: en 1958, Alicia Marsiletti lo llevó al Collegium Musicum. donde Erwin Leuschter le sugirió estudiar
con Juan Schultis (maestro, conocido como "el alemán de Castelar", y que, previamente, también le había recomendado Pascual Mamonne). Con él cursó escuela coral, canto gregoriano, armonía, composición, fuga y contrapunto desde 1958 hasta 1968, fun-damentos que le permitieron concebir los arreglos iniciales de su gran etapa: sobre La guiñada de Agustín Bardi —el primero, para la orquesta Baffa-Berlingieri, 1966— y sobre Los mareados de Cobián (para el maestro Troilo, 1967). En 1968 realizó su primer L.P. completo, arreglando y dirigiendo el acompañamiento de Julia Sandoval, al que siguieron en 1969 y 1970, otros dos desempeños similares con Roberto Rufino y con Eladia Blázquez, y en 1970 y 1971 con Rubén Juárez, más su labor de orquestador absoluto de Pichuco: entre otros, los de los tangos Pico blanco, El baqueano, La racha, Mañanitas de Montmartre, Naipe marcao, Piropos, Mi refugio, Entre sueños, Pa que bailen los muchachos, Che Buenos Aires y Bandola triste. En 1972 viajó a México, donde radicado por seis meses, tocó en Pipo's, junto a Héctor Console (bajo), Sebastián Britos (piano) y Luis Ordóñez (canto). Al regreso, se reincorporó a la orquesta de Aní-bal Troilo, y escribió numerosos arreglos para Leopoldo Federico y Osvaldo Berlingieri(orquestas numerosas de éstos, en disco Music-Hall). Y en 1974, cuando Carlitos García viajó a Japón, tomó su lugar en las veladas de El Viejo Almacén de San Telmo, con la primera formación instrumental propia: él y Abelardo Alfonsín (bandoneones), Reynaldo Nichele y Nito Farace (violines), Eugenio Pro (bajo) y Osvaldo Tarantino—también Ulises Goñi— (piano). En agosto de 1974 se unió a María Cristina Laurenz, Roberto Grela y Horacio Ferrer en La Trova Porteña, debutando en el café concert El Gallo Cojo de la calle Defensa, en una temporada que se extendió hasta marzo de 1975 con la fábula Zapadas y Chamuyos, dirigidos por Jorge Petraglia y con la colaboración de Domingo Laine en guitarrón. Volvió, luego, ese mismo año, a integrar la orquesta de Troilo, en la postrera temporada del maestro en el Teatro Odeón, siendo luego llamado por Rubén Juárez como director y arreglador de todas sus actuaciones; en Buenos Aires y Montevideo, en el 75; en 1976 en Chile y en Caracas, y a fines de año en el Astral de la calle Corrientes, donde presentó su primera gran orquesta propia, que llegó al disco Odeón en 1977 para un larga duración exclusivamente instrumental al frente de una formación de veintisiete ejecutantes: Ahumada, Federico, Matío, Suárez Paz, Baralis, Nichele, Pérez Echeverría, Console, Besprobán, Colángelo, Corríale, entre otras muy destacadas figuras de la música de Buenos Aires, con inclusión de percusión, instrumentinos y voz de coro por María Angélica Fanelli. El mismo año, acompañando a Juárez y ofreciendo solos con su agrupación, actuó en el Teatro Estrellas, a la par de conducir y escribir los marcos musicales para discos de Rufino, Rosanna Falasca, Floreal Ruiz, Goyeneche y Juárez. A su obra de compositor pertenecen, entre otros, los tangos instrumentales Che, Buenos Aires, Muñeca de marzo, Margarita de agosto, Verde nuevo, Bandola zurdo (con Leopoldo Federico), A Ernesto Sábato (con Federico y Grela), y los cantables Dice una guitarra, Trasnoche de ilusión, Llevo tu misterio, Hoy estás aquí, Buenos Aires conoce, Antes que llegue el día, Con las pocas palabras (todos con Rubén Garello); Hace 200 tangos (con Federico Silva); y Tristería, Misterio de la Porteña, Canción de adentro, Celedonio Becquer, más la habanera Danzón de la Chiflada, el vals Serenata a mi Guitarra y la milonga Lunonga (todos con música en colaboración con Roberto Grela y versos de Horacio Ferrer, pertenecientes al repertorio de La Trova Porteña).
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