miércoles, 10 de mayo de 2023

El florense Roberto Firpo nacía hace 139 años.

 

Músico, pianista, director y compositor.


Nació en la localidad de Las Flores —provincia de Buenos Aires—el 10 de mayo de 1884. Vivió la infancia en la capital, en el barrio de los Corrales Viejos, donde su padre instaló almacén. Desde su extrema juventud ganó para su vida con sucesivos trabajos: pintor, empleado, obrero del calzado, y en la fundición de Vasena, en Bahía Blanca, funcionario aduanero en Ing. White. Alternó estas ocupaciones de sustento con unos incipientes estudios autodidácticos de violín, primero; de piano, después. A comienzos de siglo, ya resuelta su vocación, inició su carrera de músico como pianista de locales para baile, perfeccionando su formación técnica al cuidado de Alfredo Bevilacqua. Éste, además, lo vinculó a ejecutantes populares de la época, con dos de los cuales, Juan Carlos Bazán(clarinete) y Francisco Postiglione (violín), integró en el recreo El Velódromo.


Pasó, con ellos mismos, poco después a tocar en el Hansen, tomando, sucesivamente, el lugar de Postiglione, los arcos de Lafémina, Palavecino y Roccatagliata. Juntamente con Agustín Bardi, Luis Suárez Campos, Prudencio Aragón y Enrique Saborido, se contó entre los primeros ejecutantes que dieron estabilidad a la presencia del piano en las arcaicas formaciones de la especie. Por aquel entonces dio a conocer su primera hornada de tangos, La Chola, La gaucha Manuela y El compinche, editados ese mismo año, en 1909, por Medina. Introducido siempre por Bevilacqua, actuó, durante 1910, en los cafés de La Boca y en el café Taka Taka, de la Avenida de Mayo, donde, con Bachicha como bandoneón, alternó el repertorio "de salón" con los tangos, en la confitería El Centenario, también de la avenida y frente al pasaje Barolo. Durante 1912, fue requerido por Genaro Spósito, con quien actuó en el bar Iglesias, de Corrientes; en 1913 comenzó la grabación de discos con su rondalla para el sello Era. Se independizó a esa altura, ventajosamente contratado para tocar en las elegantes veladas del cabaret Armenonville, de la Avenida Alvear y Tagle, en Palermo. Tocó, simultáneamente en el bar Iglesias, grabando sus primeros discos como figura: su labor inicial en este aspecto fue la ejecución en solo de piano de su tango Argañaraz, registrado para Columbia y editado con un solo de bandoneón por Arolas como acople. Posteriormente, grabó con su conjunto para Era, aunque sustituyendo, en las primeras series, su piano por una guitarra, en razón de la resistencia que aún el público ofrecía a su instrumento dentro de las orquestas típicas criollas. A su constancia se debió, precisamente, la definitiva implantación del mismo como elemento de base y de conducción de la Orquesta Típica. Eduardo Arolas y Tito Roccatagliata, desde el comienzo de su agrupación; luego Agesilao Ferrazano, José Servidio, Juan Deambroggio, Alejandro Michetti y Juan Carlos Bazán, fueron algunos de sus importantes colaboradores, entre 1913 y 1917. Va en este período, grabó para los discos Nacional Odeón, de Max Glucksmann. Entre estas versiones fonográficas se contaron, en especial, las logradas con sus propios éxitos de compositor —editados en papel por Medina, Breyer o Balerío—: De madrugada e Indiecita (su primer disco, 1914), Sentimiento criollo, La marejada, El talento—uno de sus tangos más hermosos, con una primera de corte bardiano—, Toda la vida, En la brecha, El amanecer, El solita-rio, Vea vea, Didí, Curda completa, El rápido y otros que ofrecieron detalles curiosos: los "tangos dialogados" como Al gran bonete o La murra; los que distinguió genéricamente como "tangos sentimentales", Viviani y Benguria; como "tangos de concierto", Alma de bohemio; como "tango campechano", Lo que ta bien ta bien. Tocó luego en el cabaret L'Abbaye; allí estrenó Fuegos artificíales, compuesto a medias con Arolas; en los teatros del varieté: Porteño, Majestic, Soleil y Casino y en los escenarios consagrados al saínete. En 1917 colaboró con el director cinematográfico José A. Ferreyra, sonorizando, con discos, la película La Muchacha del Arrabal. Ese mismo año, fusionando su orquesta con la de Francisco Canaro, animó los bailes de carnaval del Teatro Colón, de Rosario, cumpliendo luego una afortunada temporada en Montevideo, en el palco del café La Giralda, durante la cual le correspondió estrenar La cumparsita, de Matos Rodríguez. De regreso a la capital porteña, además de su habitual labor en el Palais de Glace fue contratado por el cabaret Pigall, y en 1918 en el Teatro Buenos Aires, fue presentado por Alippi y Muiño, a pleno escenario para acompañar a la actriz Manolita Poli que estrenó esa vez, durante las representaciones de Los Dientes del Perro, de González Castillo y Weisbach, el tango de Castriota y Contursi, Mi noche triste. Nuevos elementos fueron llegando para integrar lúcidamente su orquesta: Pedro Maffia, Rafael Tuegols, Cayetano Puglisi, Elvino Vardaro, Octavio Scaglione, Enrique Cantore, Juan B. Guido y el pianista Luis Cosenza, cuando él empuñó la batuta y su estilo alcanzó definitiva madurez interpretativa y musical. Versiones como Buenos Aires, Organito de la tarde, Ciudad de San Fernando, son bien representativas de ese auspicioso momento de su carrera. Aunque sus mejores trabajos orquestales corresponden al período 1926-1935, cuando por su conjunto desfiló la flor y nata de la nueva hornada de ejecutantes: los pianistas Osvaldo Pugliese, Rafael Giovinazzi, Armando Federico, Carlos García; los violinistas Antonio Rossi y José Nieso; El pajuerano, Río de oro, Honda tristeza, Noche de amor, fueron realizaciones de gran calidad entre las que logró entonces, dentro de una modalidad sensible a los tiempos de ejecu-ción más bien lerdos, prevalentemente melódica con su agradable y como nebuloso y asordinado empleo de la cuerda. Aunque hacia 1940 volvió transitoriamente a la formación orquestal numerosa, desde 1935, retrocediendo estilísticamente veinte años, actuó con su cuarteto, sin duda una de las más populares formaciones que dirigiera. En 1933 actuó en la película Dancing. Posteriormente grabó dúos de piano con su hijo, actuando y concurriendo a estudios fonográficos hasta 1960, en la más extensa carrera que haya cumplido músico de tango alguno. El bisturí, Cero a cero, El apronte, La carcajada, La bordadora, El ahorcado, Eco melodioso, Hilacha, Ave sin rumbo, La muchacha del arrabal, son otros de sus tangos.

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