Un símbolo del Tango tandilense. |
Nació en Tandil, Provincia de Buenos Aires, el 23 de marzo de 1914 . Sigue siendo para el ámbito tanguero de su ciudad el nombre más importante, porque llegó a Buenos Aires y recorrió buena parte del mundo cantando nuestra música.
En la escuela primaria adquirió nociones de inglés y francés, idiomas que despertaron su atención y que luego le servirían en su futura carrera. Tal cual ocurrió con otros muchachos que devinieron en cantores, su familia y los amigos fueron su primer público, quienes le dieron el aliento suficiente para conseguir un lugar en una formación local, la orquesta de Crespi-Lisarrague.
El servicio militar obligatorio lo cumplió en la Capital, donde aprovechó para concurrir a la entonces exitosa academia PAADI (Primera Academia Argentina de Intérpretes) de los hermanos Rubistein, la cual estaba dirigida por Luis, ubicada en la avenida Callao 420. Allí, se organizaban funciones con los alumnos que se destacaban, las que eran transmitidas por radio, incluso se hicieron concursos y de uno de ellos surgió Casas quien, de inmediato, fue captado por la efímera orquesta del guitarrista Horacio Pettorossi, para luego integrarse a la agrupación de Joaquín Do Reyes.
Por sus rasgos faciales, cara ancha, con bigotes, cabello voluminoso tirado hacia atrás, se puede pensar en un cantor de temas recios. Pero la pinta suele engañar. De registro intermedio entre tenor y barítono, su delicado decir no lo hubiera desdeñado Osvaldo Fresedo.
Su presencia en los palquitos tangueros llamó la atención en el ambiente, y así fue que Pedro Laurenz, lo incorporó a su reciente orquesta. Con un repertorio acorde a su estilo, llegó al disco cuando se retira Héctor Farrel, fue el 12 de mayo de 1938, con el tango “Vieja amiga”. En total fueron 15 registros: “Milonga compadre” de José Mastro y Carlos Bahr (1938); “No me extraña”, “De puro guapo [b]”, “Mascarita [c]”, “Desconsuelo”, “Milonga de mi flor”, “Como dos extraños”, “Improvisando”, “Amurado” (1940), “Taconeando”, “Corazón encadenado”, “Chatero de aquel entonces”, “A mí déjame en mi barrio”, “Firuletear de bandoneón” (1942).
El nuevo año le trajo la oportunidad de viajar con Juan Canaro en una gira latinoamericana durante la cual dejó la orquesta para proseguir como solista. Llegó hasta Puerto Rico, luego de pasar por Bolivia, Perú, Venezuela, Colombia y otros países. Y desde allí, la tentación de viajar a Europa.
Comienza en Barcelona donde residió un tiempo. Después París, en 1949. Tuvo un buen comienzo en la boite L’Aiglon, donde consigue una popularidad que llamó la atención de la empresa del Moulin Rouge. Allí compartió cartelera —como atracción de Sudamérica—, con Maurice Chevalier, Lily Pons, Bing Crosby entre otras grandes estrellas. De regreso al país, tuvo obligaciones comerciales, siempre vinculado al medio artístico pero dejó de cantar profesionalmente.
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