viernes, 31 de marzo de 2023

A 109 años del nacimiento de Tita Galatro.

 

Hoy injustamente olvidada, merece tener su lugar en la historia de la canción ciudadana.


Nació en Bernal, Provincia de Buenos Aires, el 31 de marzo de 1914. «Voz encantadora, suave, dotada de un temperamento original», así definió a Tita Galatro un admirador, en plena década del treinta, con acertado juicio. Dotada de calidez, temperamento y estilo propio, esta cancionista, hoy injustamente olvidada, merece tener su lugar en la historia de la canción ciudadana.


Cursó su instrucción primaria en la escuela María Auxiliadora, de la mencionada localidad del conurbano bonaerense. A juzgar por su fotografía era una niñita de cabello corto, con flequillo, de mirada tranquila y aspecto apacible, con sus manos cruzadas sobre el regazo.


Desde pequeña mostró inclinación hacia el canto. Admiraba a Rosita Quiroga y Libertad Lamarque y cantaba acompañada por los discos, mientras que la familia y sus amigos la impulsaban a cultivar esa aptitud. Tita no estaba convencida de su potencial hasta que el destino decidió por ella. En un festival hacía falta un número de canto y le solicitaron su participación al reconocerla en la platea. Le fue imposible negarse al pedido de los amigos y accedió. Cantó acompañada por un pianista improvisado, con tanta aceptación que se vio obligada a repetir su interpretación varias veces.


Esta joven animosa, que poseía conocimientos musicales y amaba la pintura, encontró su camino.


Se inició como actriz con Olinda Bozán en el Teatro de la Comedia, permaneciendo cuatro años en la compañía y cantando en algunas obras.


Apareció en 1930 en Radio Splendid, como cancionista y destinó su primer sueldo a la compra de perfumes, sueño largamente acariciado por Tita, con tanta suerte que a la semana los perfumes aumentaron al doble.


En 1932, actuó fugazmente en Radio América, llevada por Pablo Valle. Al año siguiente pasó a integrar el recordado conjunto de novelas gauchas, Chispazos de Tradición, de Andrés González Pulido, en el papel de Almabruja, en la obra El matrero de la luz.


Comenzó su éxito y a ser conocida por el público. Afianzó su fama, perfeccionó sus capacidades y supo hacer crecer su talento como cancionista. Una vez finalizado el ciclo de Chispazos de Tradición, su voz fue considerada muy apropiada para el micrófono: «Porque no trata de imitar estilo alguno, sino que canta tal como sale de ella» (Revista La Canción Moderna).


En 1934, se anunció su retorno al elenco de Chispazos..., esta vez en la obra El puñal de los centauros, en el papel de Jimena, pero en marzo, al comenzar la novela, Tita no participó en ella y fue reemplazada por Amelia Peña.


Prosiguió sola su carrera artística. El año 1934 fue espectacular para ella, el éxito le sonreía a manos llenas, se publicaban comentarios favorables sobre su persona, sus actuaciones y las revistas daban cuenta de sus actividades. Se destacó su presencia en el festival realizado en el Teatro Cervantes y que fuera organizado por los alumnos de la Escuela Industrial de la Nación, junto a otros números calificados de la radiotelefonía.


Según la revista La Canción Moderna, Tita Galatro podía contarse entre las artistas preferidas de esa publicación, junto a Charlo, Tita Merello, Azucena Maizani, Andrés Falgás, Amanda Ledesma y Ricardo Ruiz. «Resultan evidentes los progresos que ha experimentado Tita Galatro, hoy puede figurar entre las mejores cancionistas». La misma publicación comenta que fue una de las estrellas de la radio que felicitó al equipo campeón de fútbol: Boca Juniors.


El 4 de febrero de 1935, la revista engalanó su tapa con un bello retrato de Tita, destacando en su epígrafe que había «emoción y sentimiento en sus canciones».


Su repertorio era variado, como ejemplos podemos citar: “Es tanto lo que te quiero” (tonada), “Temblando” (vals), “El seguidor” (gato), “De pura cepa [b]” (milonga), “Frente a tu rancho” (estilo) y los tangos: “La casita de mis viejos”, “Pordioseros”, “Flor del valle”, “Bajo Belgrano”, “Por qué llorás hermano” y su interpretación más representativa “Tango sin letra”.


Al año siguiente, la crítica seguía siendo favorable, participa, en abril de 1935, en un festival realizado en el Luna Park, donde se la ve rodeada de admiradores que le solicitaban fotos y autográfos. En el mes de julio estuvo presente, nuevamente en el Luna Park, en el importante homenaje realizado a Carlos Gardel.


Tita dejó pocos registros para los sellos Nacional-Odeon y Victor, destacándose el ya mencionado “Tango sin letra”, “Gota de lluvia” y “Por la vuelta”.


Actuó en diferentes emisoras a lo largo de su carrera.


En junio de 1936, participó en un acto en honor y beneficio de Andrés González Pulido que tuvo lugar en el Teatro Variedades y el 9 de julio intervino en el programa extraordinario de Radio Belgrano con motivo de la fecha patria y del décimosegundo aniversario de la mencionada emisora.


En pleno apogeo se alejó de las actuaciones públicas y recién regresa a los micrófonos de Radio Mitre en octubre de 1942.


Ya en 1938, la propia cantante ironizaba sobre su situación diciendo que desearía ser extranjera porque así «tendría más suerte, ganaría más y no sería el hazmerreír del broadcaster». Aludía a las promesas incumplidas de participación en algún programa y «así se pasan semanas, meses, en un ir y venir a las estaciones, para obtener ubicación en audiciones raquíticas».


En una nota, ella comenta que esta injusticia se debía a la sencilla razón de que pertenecía al grupo de «artistas criollos, artistas folclóricos, que tienen apego a lo de su tierra».


Su carrera fue desvaneciéndose, hoy es una figura prácticamente olvidada. Está semblanza pretende reparar esta injusticia y devolverle a Tita Galatro el lugar que se merece entre las mujeres del tango.

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